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  • A m lo que m

    2018-10-25

    A mí lo que más me intriga en esta disputa es por qué el fantasma de la violencia sexual sigue siendo un vehículo cultural de tal eficacia. El abolicionismo se alimenta del espectro de la violencia sexualizada, y vale la pena explorar el abuso que las feministas están haciendo de la figura de la víctima, así como la asociación entre la violación y la prostitución, que persiste en el imaginario feminista. Este “pánico moral” impide ver las variedades de situaciones en las que se encuentran las trabajadoras sexuales, con distintos niveles de decisión personal y de ganancia respecto al trabajo sexual, y dificulta la elaboración de políticas públicas que partan de la defensa de sus derechos laborales. Además, la disputa en torno a la “prostitución” favorece la fragmentación política del feminismo. Un problema social como la precariedad laboral forzada por la economía política neoliberal ya de por sí divide a los distintos grupos como para que, además, la disputa confronte a las activistas que podrían estar luchando unidas. Es obvio que el problema no son las distintas tendencias del feminismo, sino que quienes luchan por rescatar a las víctimas y castigar a los hombres prostituyentes estén colaborando con el ascenso de las políticas de “mano dura” del proyecto económico del capitalismo neoliberal, que avanza despiadadamente, con el giro punitivo y carcelario del que he Sorafenib hablado , hacia la erosión de las libertades individuales y los derechos laborales. Si bien la lucha política del movimiento feminista contra la violencia hacia las mujeres tiene otro objetivo, está atrapada en el paradigma de la gobernanza neoliberal: castigar a los pobres (Wacquant, 2013). Esto es evidente en la forma en que las abolicionistas insisten en acabar con el sustento de las trabajadoras sexuales pobres, sin ofrecerles una alternativa económica equiparable. Y por eso la disputa feminista en torno a la “prostitución” parece ser la punta de un iceberg Sorafenib cuya parte menos visible es nada menos que la disputa por el modelo de sociedad a Reciprocal recombination la cual se aspira y por la cual se lucha. Eso hace que la disputa sea tan irreconciliable y amarga.
    Introducción Conocer el significado del cuerpo y del espacio arquitectónico implica comprender la estructura de las relaciones afectivas y materiales que constituyen el núcleo ético-mítico cultural (Dussel, 2006). Si bien es cierto que la arquitectura, en su extensión y complejidad, está signada por la subordinación femenina, pretendo concentrarme en la vivienda, porque es ahí donde se ha condensado en mayor medida esta desigualdad. Un espacio en el que se trazó la falsa división público-privado y desde donde el movimiento feminista contraargumentó que lo personal era político. Parto entonces de un nodo que, de ser un espacio de transformación política, devino mercancía al servicio del patriarcado-capitalista y que, de ser lugar de la intersubjetividad y del trabajo reproductivo, ha devenido dispositivo de control en el que se han fijado los códigos del comportamiento asignado para cada género.
    La estructura espacio-objetual Es importante, para empezar, hacer consciente que la estructura espacial que rodea nuestro cuerpo y nuestro trabajo es producto de un discurso elaborado por el sistema dominante. Pensemos en una habitación. Imaginemos los objetos ahí desplegados; tal vez una cama, un escritorio, una lámpara; entidades que son a su vez conjuntos de componentes más pequeños. De igual forma que estos, el conjunto habitación es tal porque está vinculado a través de diversas redes discursivas, es decir, por relaciones de color, de texturas, de posición o de estilo formal. Pero la totalidad de ese conjunto es mucho más amplia y no puede existir sin una subjetividad que lo refiera. Lo que permite formar al conjunto habitación es un discurso que ensambla las piezas de una forma específica y que debe por fuerza anidarse primeramente en dicha subjetividad. Por ello puede decirse que los espacios, y el conjunto unificado de objetos que hay en ellos, son fiel reflejo de las personas que los producen.