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  • Ante la falta de un debate sobre la especificidad

    2018-10-25

    Ante la falta de un debate sobre la especificidad del trabajo sexual, los detalles de la regulación laboral y la existencia de estándares mínimos aplicables al trabajo de las prostitutas, así como sobre lo que constituye un nivel de explotación inaceptable en el ámbito de la prostitución (explotación propia o por parte de un empleador), es peligroso hablar de prostitución forzada y de esclavas sexuales. Sin cierto consenso sobre los estándares y normas que habrían de ser aplicables, es imposible determinar de qué lado de la línea que separa el trabajo forzoso de las condiciones laborales extremadamente pobres caen mujeres como las que trabajan para Pat, y por lo tanto es imposible emprender acciones para asistirlas como víctimas de trabajo forzoso o identificar estrategias para mejorar su situación como trabajadoras libres que realizan trabajo pobre. Si, por ejemplo, no logramos determinar el máximo de clientes que se puede esperar que atienda una trabajadora sexual al día, el pago mínimo por servicio sexual prestado, el número máximo de veces que puede cualquier trabajadora sexual aceptar tener sexo anal de forma segura, y los estándares mínimos de otras cuestiones sanitarias y de seguridad asociadas al trabajo sexual en específico, es imposible distinguir entre los tres empleadores previamente descritos si no es GSK503 través de la alusión al uso de la fuerza física. En el Reino Unido, el régimen migratorio actual y la falta de estándares laborales en el sector sexual se combinan para dejar a muchas migrantes irregulares en una postura en la que no tienen mucha más alternativa que aceptar condiciones laborales extremadamente pobres y relaciones de empleo muy explotadoras. Lo menos que pueden esperar (al menos en teoría, si no es que en la práctica) es que el Estado les proporcione protección de un empleador que las encierra en un edificio y las viola, golpea o amenaza con matar a sus familias. Los insignificantes y nimios criterios existentes dan carta blanca a los empleadores para que establezcan cualquier contrato que se les antoje con las trabajadoras sexuales, y quizá lo más notable de la industria sexual es que existen algunos empleadores como Ava que intentan elevar los estándares por encima del mínimo más fundamentalmente básico que es no ejercer violencia física contra las empleadas. Más que ser un paso adelante para garantizar los derechos y la protección de quienes están sujetas a luteinizing hormone (LH) relaciones de trabajo explotadoras y a condiciones laborales pobres en el contexto del comercio sexual, el énfasis actual de las políticas públicas puesto en las esclavas sexuales y en las víctimas de trata limita las obligaciones que tiene el Estado para con estas mujeres Traducción: Ariadna Molinari Tato
    En años recientes, un diverso despliegue de teóricos sociales ha emprendido la tarea de explicar el incremento de encarcelamientos masivos en Estados Unidos (y, en menor medida, en Europa occidental) desde los años 70, al vincular las estrategias carcelarias contemporáneas de gobernanza social con la expansión de los intereses económicos neoliberales; a las modernas, con las nuevas modalidades de dominación racial y con el surgimiento de nuevos paradigmas políticos de. En su innovador texto de 1992, “The New Penology”, los especialistas en derecho y sociedad Malcolm identificaron por primera vez las series de cambios en la ideología penal vinculados entre sí que empezaron a ocurrir en los años 70 y 80, con particular énfasis en el aumento de apoyo social al encarcelamiento de grupos enteros de poblaciones consideradas peligrosas, en contraste con la aprehensión y rehabilitación de individuos específicos. Desde ese entonces, varias olas sucesivas de académicos han buscado entender la amplia trascendencia del encarcelamiento masivo como una estrategia de control social, coincidiendo con la predicción que hiciera Michel Foucault de que la institución penitenciaria moderna probablemente daría paso a formas más difusas de gobernanza (). Independientemente de los argumentos que usen para explicar el sorprendente panorama que han trazado las modalidades de castigo, la mayoría de los teóricos tienden a coincidir con la afirmación general de Foucault de que el estudio de la política penal es de fundamental importancia para entender la organización del poder en términos más amplios, y que por lo tanto debe trasladarse de los márgenes al centro de la teoría social contemporánea.